Daniel Levita, integrante del equipo de advocacy de FUSA, participó del Foro de Juventudes de la Alianza Latinoamericana y Caribeña de Juventudes el pasado 4 y 5 de Octubre, un encuentro importante que creó los lazos necesarios para armar una estrategia en conjunto para que los jóvenes pongan en práctica durante los días de la Conferencia Regional de Población y Desarrollo.
En el siguiente artículo Daniel comenta su mirada respecto de la participación de los jóvenes en la Conferencia.
Entre los días 6 y 9 de octubre de 2015 se realizará en la Ciudad de México la Segunda Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe. En ella se debatirá uno de los tratados más avanzados en materia de derechos humanos que tiene la región: el Consenso de Montevideo. Adoptado en 2013, este documento pone el foco en políticas y líneas de acción que los gobiernos de estas regiones se comprometieron a seguir. Temas como el envejecimiento y la protección social, derechos, necesidades y demandas de los niños, acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva e igualdad de género son algunos de los que trata el Consenso.
La importancia de tal acuerdo toma mayor visibilidad cuando observamos la situación en los países de la región. Marginalización de grupos, pobreza, conservadurismo en cuestiones de salud sexual, violencia, falta de atención en políticas de desarrollo social, entre otros son asuntos que hoy en día están arraigados en nuestras sociedades y que requieren un arduo trabajo para reducirlos. Es por eso que es imprescindible esta conferencia. En ella se evaluarán los progresos y las áreas de mayor dificultad para poder encontrar diversos caminos y lograr lo pactado.
Ahora bien, cuando uno se pone a pensar en un encuentro gubernamental e internacional, en su imaginario no aparecen jóvenes participando. Entonces ¿por qué la insistencia (e importancia) en que puedan participar? Muchas veces se alega que no tienen experiencia o un título universitario para entender cuestiones jurídicas o que rigen este tipo de eventos. Sin embargo, la respuesta está en otra parte. Se encuentra en el hecho de que los jóvenes somos la población con mayores vulnerabilidades en la región, pero al mismo tiempo poseemos una capacidad inimaginable para hacer escuchar nuestra voz y movilizarnos. Por otro lado, vivimos en un mundo híper globalizado y conectado, que evoluciona a pasos agigantados y cambia constantemente. Por eso, la visión fresca y renovada que tenemos (y que fomentamos) ayuda a que el Consenso tenga una mirada más actual, más aplicada al contexto en el que vivimos.
Por supuesto que el trabajo no se reduce simplemente a la Conferencia. Todos los días, miles de jóvenes en la región trabajan y se ofrecen como voluntarios para promover sus derechos, para incentivar a otros pares a conocer cómo cuidarse, para mostrar por qué construir un proyecto de vida personal y, por supuesto, para tratar de incidir en los espacios que frecuenta: la escuela, la universidad, el vecindario, la ciudad, el país. Pero el Consenso es una de las herramientas más fuertes que tenemos jóvenes para que el Estado cumpla sus obligaciones para con nosotros.
Para finalizar, ya resulta casi un cliché la frase “Construyamos el mundo que les queremos dejar a nuestros hijos”, refiriéndose a nosotros. Yo creo que está equivocada. El mundo que nos van a dejar debe ser construido por todos. Es por todo esto que la juventud ocupa un lugar primordial en la Conferencia.